Cada vez es más común que entre la gente joven surjan las ganas de ser independiente. Después de haber pasado por la universidad, algunos optan por comenzar en una empresa que les dé la seguridad por un lado y la experiencia que significa pertenecer a una organización con trayectoria por otra. Pero pretenden en algún momento independizarse. Otros van directamente a formar su propia empresa. En ambos casos si el o la empresario (a) es joven se enfrenta a una serie de situaciones que describiré, casi como un aviso o un consuelo de que a todos nos pasa lo mismo.
Si aún no sabe qué ventajas tiene en comparación con personas de más edad, excepto la libertad de partir a algún lado sin previo aviso, se está subestimando.
Tal vez esté pensando que no podría haber más factores en contra para comenzar una empresa. Pero se equivoca. Existen muchas razones para fundar un negocio en esta etapa de la vida. De hecho muchos expertos afirman que los empresarios jóvenes de la actualidad tienen una ventaja en comparación con nuestros antecesores, porque el entorno en que fuimos creados prácticamente nos preparó para emprender nuevos desafíos en un mundo que a veces parece ser demasiado competitivo. Tiene mucho que ofrecer al mundo empresarial. Bastante más de lo que cree.
Ventajas del empresario joven
Invulnerabilidad. Ser joven significa por lógica haber recorrido aún un pequeño camino, pero por eso mismo significa haber tenido muy pocas ocasiones de fracasar. La invulnerabilidad es un sentimiento natural en esta etapa. Nuestra exposición al fracaso ha sido mínima, por lo cual nos sentimos dispuestos a asumir riesgos. Solemos asumir riesgos hasta que sucede algo que nos vuelve prevenidos. Por lo general quienes acaban de salir de la universidad tampoco han tratado de crear empresas todavía, y los que trabajaban como dependientes no han tenido el tiempo.
Responsabilidad limitada. Esto es especialmente cierto en los recién egresados, que no tienen grandes responsabilidades financieras ni grandes cargas económicas, por lo que empezar un negocio en que el principal capital será el trabajo propio, las horas hombre dedicadas y algún capital invertido, es un riesgo que se puede asumir. Por lo tanto la posibilidad de pérdida financiera no debiera ser una razón suficiente para impedirle fundar un negocio propio.
Fortaleza física y emocional. La capacidad de persistir a pesar de las circunstancias difíciles es la naturaleza de la juventud y esto uno lo ve en el empresario joven, pero también en lo mayores que tienen ese "espíritu juvenil" y que es el motor que los empuja cada día. Tal vez le emocione la idea de ser el dueño de su propio negocio, pero durante algún tiempo, es muy posible que el negocio sea el dueño suyo. Iniciar una empresa es como comprometerse en una relación seria, y sí puede convertirse en el amor de su vida. Esté preparado para tiempos difíciles antes de cosechar los beneficios.
Desventajas del empresario joven
Credibilidad. Una cosa es que sus amigos y su familia den fe de su credibilidad, pero otra muy distinta es convencer a su proveedor, cliente o banquero de que vale la pena arriesgarse por usted. Pero se logra y así lo han hecho todos los empresarios alguna vez. Si uno cree un cien por ciento en uno mismo y su producto, los demás terminarán por creer eso también. Dar la impresión de confianza en uno mismo, les indica a los demás que está decidido a triunfar. Conocer de memoria lo que se ofrece, y siempre, siempre, cumplir lo prometido. Trabajar con calidad, da lo mismo el rubro, si es un bien o un servicio (sobre todo en este último) y ser profesional en todo.
Inmadurez. Si se empieza muy joven tal vez este rasgo puede jugar en contra. Como ya dijimos la capacidad de perseverar en situaciones difíciles, es quizás una de las virtudes más importantes del empresario exitoso. Mellinger aconseja "es preciso dejar de pensar en uno mismo como un joven y comenzar a pensar en uno como empresario".
Falta de experiencia. Este es un obstáculo lógico de la edad y habrá que aprender a superarlo con mucha determinación y creatividad. Convertirse en un experto puede tomar años, pero puede agilizarlo mediante una investigación seria, compromiso y sobre todo la experiencia de alguien que esté dispuesto a confiar e invertir tiempo en usted.
Exceso de entusiasmo. Es un arma de doble filo. Por una parte es indispensable ser entusiasta, pero nos perjudica cuando se avanza más rápidamente de lo factible, es decir cuando todavía no se puede financiar el negocio y se hacen gastos prematuros, como contratar exceso de gente, o gastar bajo el "supuesto" de que pronto se generará más. Embarcarse en proyectos cuando aún no se tienen las habilidades necesarias, o asumir demasiadas responsabilidades. No darse el tiempo para elaborar un buen plan de negocios. Es normal sentirse ansiosos, sin embargo hay que tomar decisiones inteligentes o las más adecuadas para que la empresa perdure en el tiempo.
Aislamiento y soledad. Cuando se opta por ser independiente, se deja de lado lo convencional y se crean las propias reglas. Este tipo de libertad tiene su precio. Habrá ocasiones en que se sentirá lógicamente más aislado que si estuviera trabajando en una empresa ya consolidada. Pero es temporal y el sentirse así sólo dependerá de uno mismo y de qué tan bien se puede lograr el equilibrio. Es un gran desafío, pero la libertad y elegir los propios tiempos tiene grandes ventajas. Luego vendrán los socios o las personas con las cuales trabajar y se habrá formado un equipo.
Liderazgo. El iniciar una empresa propia va a depender bastante de las habilidades de liderazgo. El liderazgo es un rasgo extraordinario con el que nacen algunas personas, y otras lo aprenden. Como empresario independiente, su capacidad para liderar personas, dirigir proyectos y tomar decisiones son claves para el éxito.
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