Aspiración constante como naturaleza del ser humano, eso era lo que se nos planteaba a nuestro pequeño grupo de cavernícolas empresariales (yo entre ellos) en clase de Ret.
La búsqueda constante o evolutiva en cuanto al oficio, la ambición más que necesaria para no caer en el tedio ni en el estancamiento personal. Pero ¿no es la ambición contraproducente en el engranaje social establecido? ¿No está enfocado el entorno profesional en el acomodo y acondicionamiento de un puesto de trabajo? Salvándose excepciones como la de los funcionarios o de grandes empresas donde se hace posible la escala profesional, no debemos olvidar que una gran mayoría de trabajos (necesarios) se suelen cumplir a lo largo de toda esa vida ocupacional, sin ir más lejos: una carnicería, panadería, frutería... serian empleos vitales y generalmente sin ningún tipo de ambición más allá del bienestar.
La ambición la define la RAE como "Deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama". Ese deseo, al fin y al cabo, no es más que una búsqueda constante de la felicidad, lo que me evoca al romanticismo que se basaba (entre otras cosas) en la búsqueda constante, en la conciencia del Yo como entidad autónoma frente a la universalidad, y el subjetivismo e imposición del sentimiento sobre la razón. Así que no dudo que las aspiraciones y la ambición no sean positivas en ciertos entornos ocupacionales y para ciertos perfiles personales, pero la masa social y profesional está constituida en su inmensa mayoría por un abundante y generalizado individuo que goza con cierta estabilidad tanto personal como profesional y hasta ahí abarcan sus aspiraciones; hay gente que no solo está preparada o sirve para ello, sino que además prefiere ser corriente, general, ordinaria, universal.